Vocacional, comunitaria, misionera...
Dios llama y pide escucha y capacidad de respuesta: la vida se va haciendo diálogo y comunión con Él y participación
conciente en su obra salvadora: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 68).
La experiencia de conocer, encontrar y aceptar a Jesús lleva a descubrir su llamado, a servir a los demás y a “anunciar lo que hemos visto y oído” (1Jn 1,1). El anuncio del Evangelio es la expresión del deseo profundo de dar a conocer a otros la experiencia de Dios manifestada en Jesucristo. Es comunicar la Buena Nueva como un estilo de vida capaz de realizar plenamente a la persona y de responder a su búsqueda de felicidad. Tal como lo hiciera nuestro Padre San Cayetano.
El seguimiento de Jesús lleva consigo un llamado a la misión. El mismo Espíritu conduce a los jóvenes a compartir con otros el anuncio del Reino y a asumir su opción vocacional dentro de la Iglesia para buscar juntos y hacer presente el Reino.
La vivencia de la espiritualidad, en la realidad en la que los jóvenes viven, crecen y actúan, reconoce también la acción del Espíritu en medio de los ambientes propios de la vida y profundiza su misión de agentes de cambio y de evangelizadores de otros jóvenes.
Dios llama y pide escucha y capacidad de respuesta: la vida se va haciendo diálogo y comunión con Él y participación
La experiencia de conocer, encontrar y aceptar a Jesús lleva a descubrir su llamado, a servir a los demás y a “anunciar lo que hemos visto y oído” (1Jn 1,1). El anuncio del Evangelio es la expresión del deseo profundo de dar a conocer a otros la experiencia de Dios manifestada en Jesucristo. Es comunicar la Buena Nueva como un estilo de vida capaz de realizar plenamente a la persona y de responder a su búsqueda de felicidad. Tal como lo hiciera nuestro Padre San Cayetano.
El seguimiento de Jesús lleva consigo un llamado a la misión. El mismo Espíritu conduce a los jóvenes a compartir con otros el anuncio del Reino y a asumir su opción vocacional dentro de la Iglesia para buscar juntos y hacer presente el Reino.
La vivencia de la espiritualidad, en la realidad en la que los jóvenes viven, crecen y actúan, reconoce también la acción del Espíritu en medio de los ambientes propios de la vida y profundiza su misión de agentes de cambio y de evangelizadores de otros jóvenes.
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