Todos nosotros compartimos el desafío y la responsabilidad de edificar nuestras comunidades. Un aspecto primario de esta labor de discipulado es atraer jóvenes. Como trabajadores de la cosecha, debemos saber y tener en claro que los niños, los adolescentes y los jóvenes, son el mas importante campo de cosecha.
¿Cómo es una comunidad cercana a la juventud?
Es aquella que atrae a los jóvenes trabajando para cubrir sus necesidades. Los jóvenes tienen la necesidad de pertenecer a algo, necesitan un grupo donde ellos se sientan valorados, un grupo al cual sientan “que pertenecen”. Para nosotros, esto significa que ellos deben llegar a decir, “ESTA ES MI IGLESIA”. Muchos jóvenes no sienten que pertenecen a la iglesia, mas bien dicen, “esta es la iglesia de mis padres”, por lo tanto nuestro desafío es ayudarlos a encontrar ese sentimiento de pertenencia en nuestra comunidad.
Debemos crear espacios donde puedan desarrollarse y demostrar sus dones para servir en un grupo, y el grupo debe reconocer sus habilidades y hacerlos sentir valiosos.
Es muy importante hacerles llegar el mensaje de que ellos son personas “Activas y Transformadoras en la construcción del Reino”. Cada pequeño detalle que brindemos será fundamental, como recordar sus nombres, enviar avisos e invitaciones a distintas actividades, dedicar tiempo a hablar con ellos, preguntar sus opiniones, meterse en su mundo (con una presencia madura, sabia, y coherente para ellos). Uno de los grandes deseos de la gente joven es el ser escuchados. Saber de su cultura, sus desafíos, sus historias de vida, cuando estamos ayudando o acompañando a alcanzar la madurez espiritual no tendremos solamente que afrontar problemas o cubrir necesidades espirituales, sino también, emocionales, intelectuales, y familiares entre otros.
El amor es la mejor herramienta pedagógica en nuestras manos. Los jóvenes, como todos los seres humanos, responden al amor y el interés genuino por ellos. En respuesta a nuestro amor ellos abrirán su corazón, entonces podremos conocer su personalidad real y sus autenticas necesidades.
Todas las personas somos influenciadas de manera consciente o inconsciente por el medio ambiente en el que nos desenvolvemos. Esta influencia y presión la recibimos por medios muy variados y a través de fuentes diferentes. Los compañeros, los amigos, los medios de comunicación, los libros, todo tipo de experiencia que vivamos son algunas de esas fuentes. En ocasiones, estas experiencias son negativas para el joven y pueden condicionar enormemente su caminar con Cristo. Por esa razón es importante conocer el medio ambiente donde viven los jóvenes. Este conocimiento nos ayudara a entender muchas actitudes y comportamientos, y a conocer hacerca de las necesidades que aparecerán en el seguimiento de Jesús y podremos ayudarlos a fortalecer mejor su fe y su resistencia al medio ambiente.
Mateo en el capitulo 9 de su evangelio nos narra que Jesús vio a las multitudes y tuvo compasión de ellas porque las vio “desamparadas y dispersas”, es decir las vio necesitadas. Entender que los jóvenes están necesitados y discernir esas necesidades es básico para la verdadera construcción del Reino y de las comunidades.
El acompañar a los jóvenes en el camino de la búsqueda de Jesús, nos invita a sintonizar con esos gritos, a veces callados, otras veces explícitos, que expresan los mas hondos deseos humanos de cercanía frente a la distancia, consuelo frente al desconsuelo, gozo frente a la tristeza o amargura, y presencia frente a la soledad. Solo si somos capaces de ponernos a la escucha de esa esperanza de salvación que nos brinda el evangelio podremos celebrar con plenitud Reino de Justicia, amor y paz.
Recordemos que Jesús nos dijo que fuéramos “Luz del mundo”. Los jóvenes deben activar una virtud básica del cristiano “La Esperanza”. Despertemos en la sociedad los bienes que verdaderamente valen la pena. En el mundo donde nos toca vivir, los que nos consideramos cristianos, debemos ser el CORAZON que mueva los caminos hacia la esperanza. Las personas que nos rodean deben ver en nosotros unos valores evangélicos claros: Justicia, Servicio, Generosidad... evitando todos aquellos valores que promulga la sociedad de consumo: tener mas, ser el mas poderoso... etc
Es importante dejar de ser “Espectador pasivo”, dejar de creer que las cosas y los cambios se dan por si solos; Dios nos creo para ser personas activas y transformadoras. El confía de que cada uno de nosotros somos piezas importantes en la construcción de una sociedad nueva, para eso es necesario dejar de ser del montón, de aquellos que se dejan llevar por el medio ambiente que lejos de ayudarte, te confunden, te manipulan y te transforman en un títere. Seamos protagonistas de un cambio positivo, de gran actividad, de entusiasmo.
“No sirve encender una vela en un cerro si luego la guardamos en un cajón”
Debemos ser la luz que atraiga a los demás jóvenes, nosotros junto a los curas debemos ser creadores de espacios. Ser como Ananias con Saulo, sacar a nuestros pares de esa ceguera y ayudarlos a ver la luz ...
¿Cómo es una comunidad cercana a la juventud?
Es aquella que atrae a los jóvenes trabajando para cubrir sus necesidades. Los jóvenes tienen la necesidad de pertenecer a algo, necesitan un grupo donde ellos se sientan valorados, un grupo al cual sientan “que pertenecen”. Para nosotros, esto significa que ellos deben llegar a decir, “ESTA ES MI IGLESIA”. Muchos jóvenes no sienten que pertenecen a la iglesia, mas bien dicen, “esta es la iglesia de mis padres”, por lo tanto nuestro desafío es ayudarlos a encontrar ese sentimiento de pertenencia en nuestra comunidad.
Debemos crear espacios donde puedan desarrollarse y demostrar sus dones para servir en un grupo, y el grupo debe reconocer sus habilidades y hacerlos sentir valiosos.
Es muy importante hacerles llegar el mensaje de que ellos son personas “Activas y Transformadoras en la construcción del Reino”. Cada pequeño detalle que brindemos será fundamental, como recordar sus nombres, enviar avisos e invitaciones a distintas actividades, dedicar tiempo a hablar con ellos, preguntar sus opiniones, meterse en su mundo (con una presencia madura, sabia, y coherente para ellos). Uno de los grandes deseos de la gente joven es el ser escuchados. Saber de su cultura, sus desafíos, sus historias de vida, cuando estamos ayudando o acompañando a alcanzar la madurez espiritual no tendremos solamente que afrontar problemas o cubrir necesidades espirituales, sino también, emocionales, intelectuales, y familiares entre otros.
El amor es la mejor herramienta pedagógica en nuestras manos. Los jóvenes, como todos los seres humanos, responden al amor y el interés genuino por ellos. En respuesta a nuestro amor ellos abrirán su corazón, entonces podremos conocer su personalidad real y sus autenticas necesidades.
Todas las personas somos influenciadas de manera consciente o inconsciente por el medio ambiente en el que nos desenvolvemos. Esta influencia y presión la recibimos por medios muy variados y a través de fuentes diferentes. Los compañeros, los amigos, los medios de comunicación, los libros, todo tipo de experiencia que vivamos son algunas de esas fuentes. En ocasiones, estas experiencias son negativas para el joven y pueden condicionar enormemente su caminar con Cristo. Por esa razón es importante conocer el medio ambiente donde viven los jóvenes. Este conocimiento nos ayudara a entender muchas actitudes y comportamientos, y a conocer hacerca de las necesidades que aparecerán en el seguimiento de Jesús y podremos ayudarlos a fortalecer mejor su fe y su resistencia al medio ambiente.
Mateo en el capitulo 9 de su evangelio nos narra que Jesús vio a las multitudes y tuvo compasión de ellas porque las vio “desamparadas y dispersas”, es decir las vio necesitadas. Entender que los jóvenes están necesitados y discernir esas necesidades es básico para la verdadera construcción del Reino y de las comunidades.
El acompañar a los jóvenes en el camino de la búsqueda de Jesús, nos invita a sintonizar con esos gritos, a veces callados, otras veces explícitos, que expresan los mas hondos deseos humanos de cercanía frente a la distancia, consuelo frente al desconsuelo, gozo frente a la tristeza o amargura, y presencia frente a la soledad. Solo si somos capaces de ponernos a la escucha de esa esperanza de salvación que nos brinda el evangelio podremos celebrar con plenitud Reino de Justicia, amor y paz.
Recordemos que Jesús nos dijo que fuéramos “Luz del mundo”. Los jóvenes deben activar una virtud básica del cristiano “La Esperanza”. Despertemos en la sociedad los bienes que verdaderamente valen la pena. En el mundo donde nos toca vivir, los que nos consideramos cristianos, debemos ser el CORAZON que mueva los caminos hacia la esperanza. Las personas que nos rodean deben ver en nosotros unos valores evangélicos claros: Justicia, Servicio, Generosidad... evitando todos aquellos valores que promulga la sociedad de consumo: tener mas, ser el mas poderoso... etc
Es importante dejar de ser “Espectador pasivo”, dejar de creer que las cosas y los cambios se dan por si solos; Dios nos creo para ser personas activas y transformadoras. El confía de que cada uno de nosotros somos piezas importantes en la construcción de una sociedad nueva, para eso es necesario dejar de ser del montón, de aquellos que se dejan llevar por el medio ambiente que lejos de ayudarte, te confunden, te manipulan y te transforman en un títere. Seamos protagonistas de un cambio positivo, de gran actividad, de entusiasmo.
“No sirve encender una vela en un cerro si luego la guardamos en un cajón”
Debemos ser la luz que atraiga a los demás jóvenes, nosotros junto a los curas debemos ser creadores de espacios. Ser como Ananias con Saulo, sacar a nuestros pares de esa ceguera y ayudarlos a ver la luz ...
Camila Sosa - Cristian Romero
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